Cuando nos sabíamos las respuestas nos cambiaron las preguntas y un día al levantarnos la “supuesta” estabilidad mundial se venía abajo por culpa de un virus. Un virus que ha puesto a medio mundo patas arriba. Una pandemia que ha provocado no solo un colapso de los sistemas sanitarios sino un colapso de la economía que tendrá unas consecuencias según intuyen los expertos mucho mayores de las sufridas en la crisis de 2008.

Ningún mar en calma hizo experto a un marinero

Los que vivimos aquella crisis en el frente de batalla nos enfrentamos al estallido de la famosa “burbuja inmobiliaria”, un boom que hizo que todo el sector del ladrillo y los sectores auxiliares se vieran afectados de forma directa y el resto de forma indirecta. Se puso en jaque la economía de muchas familias que vieron mermados sus ingresos por la perdida de muchos puestos de trabajo. Aquí empezamos a conocer los famosos ERES, ERTES y demás mecanismos de ajuste de plantillas. Al igual que hoy están haciendo muchos de mis compañeros  y compañeras de RR.HH tuve que aplicar medidas de reestructuración para poder ajustar el gasto de la empresa y garantizar así su supervivencia ante caídas de facturación de casi un 40%.

Hoy en día volvemos a oír esos mecanismos de reestructuración en los medios de comunicación, en los grupos de WhatsApp y en la mesa de nuestras casas. En la actualidad debido a la obligatoriedad del confinamiento de toda la población española en nuestras casas (por nuestra salud y la del sistema), vemos empezar caer las primeras piezas del dominó de la economía. Y es aquí donde entra en valor las políticas de Employer Branding de las compañías. Es aquí donde veremos la diferencia entre aquellas empresas que adoptaron unas cuantas medidas de marketing de recursos humanos para maquillar su verdadero ser, de aquellas que de verdad creen en el concepto de ser una gran Marca Empleadora.

Porque se puede ser una gran Marca Empleadora en estos momentos tan difíciles. Porque el Employer Branding no pone foco en el qué, sino en el cómo. Me consta que mis colegas de profesión están trabajando durísimo para poder aplicar todos los mecanismos que tienen a su disposición para mitigar el impacto del #covid19 en sus plantillas; adelantar vacaciones, compensar horas acumuladas, teletrabajo (con todo lo que eso conlleva ya que no estamos preparados para ello), etc. Trabajando contrarreloj, a deshoras, sin descanso, sujetos a una normativa laboral que no está preparada para estos casos y con una legislación ambigua que dificulta más que ayuda. Yo les aplaudo desde aquí porque también se merecen este reconocimiento.

El “qué” lo tenemos claro; hay que parar las empresas que no sean de primera necesidad y habrá que hacerlo con los mecanismos de los que disponemos (ERTES, ERES, Despidos, etc). El “cómo” es lo que marcará la diferencia. Y marcará la diferencia porque los profesionales que vivieron la crisis del 2008 y las generaciones posteriores, aprendieron que lo que importa es el cómo se aplican las medidas. Aprendieron que una cosa es el uso y otra es el abuso, por lo que estarán expectantes de ver qué pasará cuando empecemos a recuperar la normalidad y vuelva a existir o no una descompensación laboral entre oferta y demanda.

El cómo es lo que marca la diferencia

Hay que aplicar medidas y eso es indiscutible. No son momentos agradables para la comunidad empresarial en España. Ni tampoco para los y las profesionales de RR.HH que se descubren teniendo que desempolvar los viejos expedientes de regulación de empleo para rememorar unos procedimientos que no parecían necesarios en plena Guerra por el Talento. En un momento en el que hace unas semanas luchábamos por fidelizar y captar al talento escaso. Una época en la que el “candidato” hablaba de tú a tú con la empresa en los procesos de selección, en los que ya no sabíamos quién seleccionaba a quién. Y sin comerlo ni beberlo volvemos a rememorar fantasmas de un pasado que parecía ya olvidado.

La buena noticia es que saldremos de esta, y aunque no lo parezca habrá un día en que esta situación será un mal recuerdo tal y como lo es el 2008 para muchos de nosotros. Y tal y como pasó en 2008 habrán muchos aprendizajes, muchas moralejas y muchas enseñanzas para las personas, las empresas, los gobiernos y la sociedad en general. Deberemos aprender de los errores del pasado y evitar que se vuelvan a suceder. Así que hay que prestar atención a los “cómo”, ya que los “qué” son más que necesarios y no precisan de mucha explicación. Esto no es un problema de empresas y trabajadores, esto es un problema de vidas y muertes.

Dicho esto, espero que todos estemos a la altura de las expectativas. Que las empresas y los profesionales que están en puestos directivos apliquen todas las medidas que sean necesarias para mantener nuestra economía a flote. Que hagan todo lo que esté en sus manos con los recursos y mecanismos de los que disponen, pero que lo hagan poniendo atención a las formas, a los detalles, a las pequeñas cosas que marcan la diferencia. Esas acciones que hacen que unos hundan su reputación y otros la fortalezcan si cabe más todavía.

En estos tiempos inciertos no basta con ser buenos gestores. En los momentos difíciles, donde no se ve el final del trayecto, en los que la complejidad, la ambigüedad, la velocidad de los acontecimientos te desbordan, en donde no se ve el horizonte, no necesitamos únicamente buenos gestores, necesitamos grandes líderes. Líderes a los que seguir a ciegas en la más profunda oscuridad, con la confianza absoluta depositada en esas mujeres y hombres que consiguen llevarte al otro lado del miedo, bajo el lema de creer para ver.

No hay expresión más grande de un buen trabajo de Employer Branding en una empresa que la de tener LIDERES en mayúsculas. Líderes que crean culturas empresariales resilientes, capaces de hacer que sus equipos luchen en las trincheras contra viento y marea en esos momentos en los que todas y todos tenemos que dar la talla. Hoy es uno de esos momentos, hoy veremos de qué pasta están hechas nuestras empresas y nuestros profesionales. Hoy más que nunca hay que poner el detalle en cómo vamos a hacer lo que hay que hacer, porque ya sabemos que hay que hacerlo.

Saldremos de esta. Estoy totalmente convencido de que lo conseguiremos. La pregunta que se tienen que hacer las empresas es si saldrán con una reputación hundida o fortalecida. Esa es la cuestión.

Un fuerte abrazo

#quedatencasa