«Jefes que concilian» con este titulo abre la portada de Magazine, suplemento del periódico Información del 30 de enero de este año. En el reportaje que internamente titulan Tan directivos como padres, varios altos directivos de grandes empresas narran sus peripecias para conciliar vida profesional como personal. Conciliar es uno de esos términos que de repente aparecen en nuestro vocabulario y ya no puedes dejar de oírlo. Pero al fin y al cabo es la eterna lucha entre tener una carrera profesional de éxito y una vida personal y familiar sana.

En el reportaje me ha gustado mucho la intervención de Josep Santacreu (Consejero delegado de DKV), en la que dice textualmente …Tú ves una reunión de la CEOE y parece algo que sucedió hace mucho tiempo, en la época industrial del taylorismo. Pero ahora el trabajo físico lo hacen los robots,y el intelectual no se puede medir por horas cronometradas». Cada vez hay más estudios que demuestran que no se trata sólo de palabras, sino también de números…Lo que pasa es que es difícil de identificar. Pero si miras las mejores empresas del mundo, todas tienen políticas de recursos humanos avanzadas. Tal como están las cosas, aún hay que ser más competitivos, y sólo lo consigues si tu gente es capaz de innovar y de ser más eficiente y productiva. Y eso no significa más desgaste, sino más implicación, que sólo se consigue en un entorno de confianza….

La última frase resume muy bien mi forma de pensar, necesitamos trabajadores implicados pero no exclavizados haciendo jornadas maratonianas porque si. La implicación en si misma va más allá de la presencia física en el puesto de trabajo, todos conocemos a los nuevos absentistas presenciales que llenan nuestras empresas. No por estar más horas en la empresa somos más eficientes, ni estamos más implicados, hay que estar el tiempo necesario pero con una implicación y dedicación absoluta. Así crecerá nuestro rendimiento y mejorarará nuestro desempeño y por ende los beneficios de la empresa.

Como se señala en el mismo artículo «esta es una revolución cultural que tiene que empezar en las escuelas de negocios».

Termino de escribir esta entrada con mi hija sentada en mi regazo, acaba de entrar al despacho y quiere que juguemos, creo que es hora de conciliar.