Si buscas “Liderazgo” en San Google te aparecen 38,9 millones de resultados y si buscas “Tipos de Liderazgo” te aparecen 108 millones de resultados aproximadamente. ¿Esto qué quiere decir? Pues que no será porque no tenemos documentación, información, bibliografía, blogs especializados, etc para estar informados sobre esta materia. Pero ¿Por qué seguimos fallando en este noble arte de dirigir personas?
Podría hacer el típico post enumerando los diferentes tipos de liderazgo que existen o por lo menos que alguien se ha encargado de catalogar, pero no es esa mi intención. Me gustaría hacer una reflexión más profunda de la verdadera importancia del liderazgo en las empresas y como este liderazgo o su ausencia condiciona el devenir de las organizaciones.
“Más vale un mal líder que ningún líder”. Esto que asevero a día de hoy, os puedo garantizar que hace unos años no lo hubiese escrito. Yo era de la opinión que era mejor no tener líder antes que tener a un mal líder porque éste podría hacer estragos en los equipos y conducir la empresa a una situación nefasta. Por experiencia propia (y cuando uno vive las cosas en su pellejo se aprende de forma diferente) puedo decir que una compañía dirigida por un mal líder puede ponerse en riesgo… pero sucede una cosa curiosa y es que los equipos se ponen a la defensiva y luchan contra un enemigo común: su líder (llámese CEO, Director General, Jefe…). Es cierto que deberían estar luchando contra su competencia, preocupándose de innovar, de internacionalizarse… pero están centrados en sobrevivir e intentando sobrevivir hay muchas de estas cosas que se hacen… aunque sea a la fuerza. Un Líder marca un objetivo, traza una estrategia, define el qué y el cómo y el resto ejecuta el plan establecido. Puede ser que ese plan (el qué) o su ejecución (el cómo) esté en contra de la organización misma pero hay una dirección que seguir.
Tener un mal Líder o Líder Tóxico desgasta muchísimo a las personas y ese es el principal precio que pagan las empresas por mantener a este tipo de “profesionales” en sus plantillas. De todos es conocida la frase “las personas no se van de las empresas si no de sus jefes”. Dicen que trabajar junto a un jefe así resta años de vida por lo que se hace imperioso que las empresas revisen el estilo de liderazgo de sus directivos/mando intermedios y tomen cartas en el asunto. Porque el mercado se mueve y puede ser que haya mucho “talento retenido” que busque otras alternativas al “si bwana”.
¿Pero qué pasa cuando no hay Líder? ¿Qué pasa cuando no hay una estrategia clara? ¿Qué pasa cuando no hay objetivos? Qué no se hace nada. Es por lo que digo que más vale un mal liderazgo que la falta de él. Porque es cierto que los equipos sufrirán mucho bajo esta política de trabajo pero por lo menos tendrán unas directrices que seguir aunque estén en contra de ellas. No hacer nada no es una opción en el entorno global en el que nos movemos. Durante esta “crisis” o cambio de paradigma hemos tenido que trabajar el doble para facturar lo mismo o menos… por lo tanto la inacción nunca puede ser una opción.
Cuando trabajas en una empresa en la que no hay un Líder o no se ejerce el liderazgo de una forma clara el problema es que los profesionales corren como pollos sin cabeza. Es decir, todo el mundo que sea “profesional” a falta de unos objetivos claros se define los suyos y lucha por conseguirlos. ¿Pero qué pasa cuando sucede esto? Que cada uno barre para su terreno, no se alinean los esfuerzos de los departamentos y se consiguen éxitos aislados que son ínfimamente menores que los que se hubiesen conseguido trabajando bajo un fin común. Incluso puede ser peor porque haya departamentos que estén remando en direcciones contrarias.
No me gusta admitirlo pero hay empresas que van bien a nivel de resultados económicos a pesar de tener Líderes nefastos que queman equipos y que tienen altas rotaciones de personal. Por lo tanto muy a mi pesar, en contra de mis principios y mis valores como persona y como profesional de los RR.HH tengo que admitir que es mejor un mal líder que ninguno. Evidentemente es una aseveración muy radical pero creo que muchos de vosotros tendréis casos tanto de un lado como del otro y podréis opinar. Yo nunca querría trabajar con un mal Líder pero tampoco me gustaría trabajar en una empresa en la que no exista liderazgo por parte de quién tiene que ostentar esa responsabilidad. No me gustaría trabajar en una organización en la que los directivos no tengan un horizonte en el que fijar sus metas y por ende trasmitirlas a sus equipos. Trabajar en la indefinición es mucho peor que trabajar en una dirección en la que no estás de acuerdo… porque por lo menos puedes tomar la decisión de quedarte o marcharte.
Dicho esto, que gusto da cuando trabajas al lado de un Líder que te hace crecer como profesional y como persona. Que te reta y que te hace dar lo mejor de ti, que te exige pero te recompensa, que pone todas tus neuronas a trabajar y te obliga a estar actualizado en tu campo de trabajo, que te saca de tu zona de confort y te exige más allá de lo que tú pensabas que eras capaz de conseguir. Qué gusto da trabajar con gente que te escucha pero que cuando hay que tomar las decisiones las toma sin dilatarlas en el tiempo y sin mirar para otro lado. Qué gusto da trabajar con personas que predican con el ejemplo y que no son lo que pone en una tarjeta de presentación sino lo que hacen cada día de su vida.
Hay muchas definiciones de liderazgo pero para mí «El liderazgo en las empresas es como el papel higiénico en los retretes… das por supuesto que lo tienes hasta que llega un día que te das cuenta que no…» Y ese día normalmente es demasiado tarde.
Espero que en nuestras empresas no haya falta de liderazgo y si lo hay que no sea Tóxico, porque aunque sé que es mejor el segundo que el primero se sigue pagando un precio que nadie debería pagar. Estamos en tiempos de cambios, se mueve el mercado y los profesionales que hicieron los deberes estos años y trabajaron su empleabilidad tienen opciones de elegir… Si podéis elegir, elegir empresas con papel higiénico, si es posible de doble capa, con celulosa súper absorbente y muchos metros de longitud… para que no te veas nunca en un aprieto.
Un fuerte abrazo