Mamá quiero ser autónomo ¿De verdad me lo estás diciendo? ¿Tú sabes lo que estás haciendo?

 

Cariño voy a dejar la empresa ¿Rubén tú sabes lo que supondrá esto para la familia? ¿Dónde quedará nuestra seguridad laboral?

 

Amigos me pongo por mi cuenta ¿Pero qué co** estás contando? ¿Pero si tienes un sueldo de la ho****? ¿Coche de empresa? ¿Te has vuelto loco?

 

Esta podría haber sido la reacción natural de mi entorno tras haber tomado una de las decisiones más difíciles de mi vida. Este año 2017 decidí dejar mi puesto de Director de Recursos Humanos en la empresa en la que había estado nada más y nada menos que quince años. Quince años que han sido puro aprendizaje, en los que me he curtido en mil batallas, quince años en los que he aprendido casi todo lo que sé del apasionante mundo de la gestión de personas. Pero no, no fue así exactamente. De hecho fue todo lo contrario.

 

Tenía un nudo en la garganta cuando sentado en la mesa de la cocina de mi madre le dije que dejaba la empresa, que quería hacer cosas nuevas y que era el momento. Mi madre me miró y me dijo: “si es lo que tú quieres adelante, tú padre te hubiese dicho lo mismo”.

 

Las Navidades pasadas hablé con mi mujer y le dije: “Cariño en 2017 voy a dejar la empresa, voy a intentar montar algo por mi cuenta”. Mi mujer me miró y me dijo: “Tú haz lo que tengas que hacer, tienes todo nuestro apoyo, salga bien o salga mal estamos contigo”.

 

Una vez tomada la decisión y cuando ya estaba todo cerrado con la empresa y ya podía comentarlo con los amigos les dije: “Chic@s, me voy de la empresa y me pongo por mi cuenta”. Me miraron y dijeron: “Mucho has tardado tú en tomar esa decisión, tú siempre has sido emprendedor y era cuestión de tiempo”.

 

¡Madre mía, que he dejado la empresa y me he puesto por mi cuenta! Qué me he convertido en freelance (es decir un autónomo de toda la vida pero intentando tener un poco de glamour). Esto es lo que pensé justo cuando firmé los papeles en la asesoría tres meses después de estar en el desempleo.

 

Había llegado la hora, había llegado el momento de ver qué pasaba entonces. Mucha ilusión, muchas ganas, mucha preparación a mis espaldas pero también mucha incertidumbre, muchas dudas, mucha conversación interior… ¿He hecho lo correcto? ¿De verdad que he renunciado a un bmw? ¿Estoy totalmente seguro del paso que he dado? ¿Pero por qué me van a contratar a mí? ¿Pero quién me he creído yo que soy? ¿Tom Peters? ¿Qué sé hacer bien yo? ¿Me pagarán? ¿Me arruinaré? ¿Podré mantener a la familia? ¡Joder que me he hecho autónomo!

 

Las primeras semanas fueron como una montaña rusa de emociones. Un día me levantaba eufórico y otro me temblaban las piernas. Un día me comía el mundo y otro día pensaba que se me había ido la cabeza. Un día me decía tú puedes, te lo has currado, ya verás que todo va a salir bien. Y al otro día me hundía en la miseria pensando que sería otro vende humos más intentando conseguir un contrato.

 

Cariño, no tengo claro el enfoque que le voy a dar a mis servicios, no sé exactamente a lo que me quiero dedicar. Sí por mi cuenta… pero no lo tengo 100% claro… A ver Rubén, tú empieza y ves probando, así cuando hayas probado varias cosas tendrás más claro lo que no te gusta y poco a poco irás sabiendo lo que sí. Ya ves mi mujer me hablaba de Lean Startup sin tener ni idea de lo que es eso, de pivotar sobre la idea conforme tome contacto con el cliente, si me he cansado mil veces de oír que ningún plan estratégico sobrevive al primer contacto con el cliente para qué quería tenerlo todo bajo control. “Equivócate mucho, pronto y barato… pivota y vuelve a empezar”, así que manos a la obra.

 

Dicho y hecho, cambio el estado en Linkedin para que la gente sepa que ahora tengo otra profesión y ¡Tachan! Mi primer cliente al día siguiente ¡Joder que tengo un cliente! ¡Qué tengo un cliente! Guauuuuu, yuuupppiiiii, yeaaaahhhhh. Espera, espera. Joder que tengo un cliente ¿Lo sabré hacer bien? ¿Me despedirá a la primera de cambio? ¿Estaré a la altura de sus expectativas? Calla hombre, calla, no empieces otra vez. Tú ves y da lo mejor de ti, esa tiene que ser tu formula. Da todo lo que llevas dentro y sé tú mismo. Tú eres diferente, tú eres tú y lo sabes. Sal ahí fuera y a por todas.

 

Y después de todas etas conversaciones conmigo mismo aquí estoy. Casi a punto de terminar este año 2017 escribiendo sobre ser autónomo, sobre el miedo al cambio, sobre las dudas de si he hecho bien o mal… Sí sobre todo eso ¿Pero sabéis por qué lo puedo hacer? Pues porque lo he hecho. Porque un día dije lo voy a hacer y lo hice. Esto funciona así, si algo quieres algo te cuesta. Dudas todas, miedo pa cagarse, incertidumbre todos los días ¿Ilusión? No cabe en este post la ilusión que tengo, ni las ganas, ni la felicidad que me ha producido el primer mail de mi cliente dándome la enhorabuena por un trabajo…

 

Se acaba 2017, un año muy importante en mi vida, un año para el recuerdo, un año que será el fin y el principio de casi todo. Gracias a tod@s los que habéis creído en mí, gracias por vuestra confianza, por vuestro apoyo y por vuestras palabras de ánimo. Mil gracias a todas las empresas que me habéis hecho propuestas para volver al mundo corporativo, gracias a los amigos que habéis querido contar conmigo para vuestros proyectos. Gracias a tod@s por vuestros consejos, ayuda y sobre todo gracias por creer en mí.

 

Os veo en 2018

¡Joder qué me he hecho autónomo!

 

Un abrazo