¿Qué pasó para que un niño con un Coeficiente Intelectual de tercera regional haya conseguido “triunfar” en un mercado laboral tan complicado como el nuestro?

 

En el Colegio era de los del montón, de los que iban pasando los cursos con un cinco “raspado”. En el Instituto comenzó la debacle y repetí varios cursos hasta que conseguí terminarlo. Ya en la Universidad se complicó todo… Estaba allí por no fallar a mis padres pero sin ninguna motivación más allá del aliciente de vivir solo, en otra ciudad, conocer mucha gente nueva y comprobar si los cubatas sabían igual en todas las ciudades españolas. Pero contra todo pronóstico conseguí licenciarme en Psicología (más tarde que pronto pero lo conseguí)… La oveja negra del sistema educativo español había conseguido licenciarse… ¡Alucinante! Después del sacrificio de conseguir una carrera universitaria me dije; “A partir de ahora va a estudiar Rita la cantaora…”.Y dos máster, dos posgrados y mil cursos después de aquello aquí me tenéis escribiendo un blog contando mi historia de mil fracasos y cuatro aciertos.

 

¿Qué pasó para que un niño con un Coeficiente Intelectual de tercera regional haya conseguido “triunfar” en un mercado laboral tan complicado como el nuestro? ¿Mi inteligencia lógico-espacial?¿Mi habilidad para las matemáticas?¿Mi habilidad para la física y la química? ¿Mi capacidad para las ventas y el emprendimiento? No, lo que hizo que fuese escalando poco a poco en esta maratón (que es nuestra carrera profesional) fue todo lo que no me enseñaron en ninguna formación: “Mis habilidades sociales” ¿Cualo? Mi capacidad relacional, de conectar personas, de hablar poco y escuchar mucho, de empatizar, de hibridar conceptos y una alta resiliencia ante las adversidades forjada a base de cicatrices que va dejando la vida.

 

¿Cómo te has quedao? Tanto máster, tanto curso y lo que me hace diferente a ti y a los demás es lo que no me enseñaron en ningún sitio. Lo que me ha hecho triunfar ha sido lo que he ido aprendiendo día a día, de forma inconsciente sirviéndote copas en el pub, haciéndote las albóndigas en la carnicería, repartiendo los zapatos que usas, poniéndote la publicidad en el parabrisas de tu coche, haciéndote la inscripción en la recepción de tu gimnasio, en los fracasos escolares, en las decepciones amorosas, en la bancarrota de mi familia, en las lesiones deportivas, en el duelo a mi padre… Y también en las formaciones que imparto, en las personas que conozco, en las empresas con las que colaboro, en los profesionales que admiro, en los amigos que siempre están ahí, en las lecciones de mis niñas, en el cariño de los míos, en los besos de mi mujer… Y venga va, admitimos pulpo como animal de compañía.. y en las cuatro cosas que he aprendido en  todas esas Escuelas de Negocio a las que he asistido como alumno.

 

“Los estudiantes que tenían notas de 10 acababan trabajando para aquellos que tuvieron notas de 6 y los de 8 se hacían funcionarios”

 

Como un Pokémon he ido de evolución en evolución hasta el día de hoy. Emprendiendo y aprendiendo a base de muchos errores y cuatro aciertos. Muchos libros, muchas horas de formación y muchas horas de vuelo a mis espaldas. Muchas horas de conversación, cuatro decepciones, mil alegrías, cuatro lágrimas y un millón de risas. De mal alumno a buen camarero, de profesional de RR.HH del montón a padre en prácticas, de directivo a autónomo principiante… Y así día a día, año tras año hasta ahora. De suspenso en Lengua a Blogger de Talento… ¿Ver para creer o creer para ver? Lo dejo a tu elección…

 

He pasado mucho tiempo intentando mejorar aquellas competencias que no son mi fuerte; los idiomas, la organización, la planificación, las matemáticas… En lugar de intentar trabajar mis fortalezas. Yo no soy bueno especialmente en nada, ni en los deportes, ni en el trabajo, soy más bien de nivel medio. Pero José Antonio Marina comentaba en una entrevista “que los estudiantes que tenían notas de 10 acababan trabajando para aquellos que tuvieron notas de 6 y los de 8 se hacían funcionarios”, por lo que yo ese día dormí a pierna suelta.

 

Y si hablamos de deporte tres cuartos de lo mismo, yo nunca he destacado en nada pero se me ha dado razonablemente bien muchas disciplinas deportivas. Yo no conseguía buenas marcas pero por el camino descubrí que aquellas personas que entrenaban conmigo, pasado un tiempo obtenían resultados por encima de la media. Descubrí que mi mayor virtud era que los demás diesen lo mejor de ellos mismos. Que creciesen como profesionales o que mejorasen sus marcas deportivas. Resultó que lo que se me daba bien era hacer que los demás brillasen.

 

La gente de Gallup te dice que hay que invertir en maximizar tus fortalezas y no tanto en minimizar tus debilidades. No pierdas el tiempo en aquello que podría mejorar un poco pero que nunca será excelente y por el contrario dedica todo ese foco en aquello que ya es muy bueno pero que pude volverse extraordinario. El problema es que hay que saber contestar a la pregunta ¿Cuáles son tus fortalezas? ¿Tú en qué eres bueno? ¿Cuál es tu talento? Y es aquí donde la mayoría de nosotr@s pinchamos y no sabemos contestar a esas preguntas.

 

Mi amiga Elena Arnaiz me riñe (y me escribe post) porque todavía no sé muy bien cuál o cuales son mis talentos. O mejor dicho, no sé ponerle todavía una etiqueta. Además yo huyo de las etiquetas, de los formalismos y las fashion words del mundo de desarrollo y el management, por lo que todavía me lo pone más complicado. Y lo que es peor, que todavía no sé cómo convertirlo en un modelo de negocio, no sé como monetizar tanto conocimiento y tanta experiencia, no sé como trasladar todo este bagaje en una propuesta de valor bien definida y bien comunicada.

 

Tu madre nunca tuvo motivación para hacerte la comida y te la hizo todos los días, no uno ni dos, todos los días.

 

Pero aquí estoy, ya sea por azar, por carambolas o por las causalidades de la vida; escribiendo un blog, trabajando como Interim Manager, como consultor de recursos humanos y como formador. Divirtiéndome haciendo lo que me apasiona que es hibridar talento y empresas, personas y negocios, profesionales y proyectos, cambio cultural y transformación digital… En definitiva People & Business. Y todo esto bajo una profunda vocación de servicio (que para eso me tenía que servir tantas horas de barra, de carnicería y de coche) que hace que mi cliente siempre esté en el centro.

 

Así que si puedes trabajar en aquello que amas, que te apasiona, que hace que las horas se esfumen del reloj, quizás no te haga falta el talento para triunfar. O por lo menos no te hará falta tenerlo tan definido. Y es cierto que yo compro la idea de que todos tenemos talento para algo pero quizás mucha gente todavía no haya descubierto para qué.

 

Te invito a que hagas un viaje de introspección para descubrirlo, y que valides con tu círculo más cercano los “gaps” que se puedan generar entre las dos visiones; la interna y la externa. Porque el talento tiene que ser conocido y reconocido como diría una buena amiga mía. Y ya sabéis que lo que necesitamos no es motivación si no voluntad para hacer que las cosas sucedan, porque tu madre nunca tuvo motivación para hacerte la comida y te la hizo todos los días, no uno ni dos, todos los días.

 

Triunfar sin talento es posible, sin voluntad y determinación no.

 

Un abrazo

 

 

*Triunfar: para cada uno de nosotr@s el concepto «triunfar» tiene un significado, para unos es el dinero, para otros tener tiempo libre, para otros es status, etc. Para mí triunfar es poder trabajar en aquello que me apasiona, para ti quizás sea otra cosa. Yo soy feliz porque puedo vivir de mi pasión.